BRAZIL (Terry Gilliam, 1985)

El mundo del cine alberga mentes especiales, personas que tienen una visión única con la que reflejan en la pantalla historias asombrosas. Suelen ser proyectos arriesgados que no cumplen con los requisitos de las potentes productoras hollywoodienses, empeñadas en edulcorar los relatos para satisfacer al gran público. Brazil y Terry Gilliam son ejemplo perfecto de esta singularidad en el séptimo arte.

La película8973ba741e7bd6450d8023552f43728e_500x735

En un futuro distópico y con una sociedad completamente burocratizada dominada por la tecnología, un error informático ordena la ejecución de un padre de familia en lugar de la de un temido guerrillero. Una confusión absurda generada por la sustitución de una letra por otra en el apellido del sujeto (Buttle en lugar de Tuttle) que obliga a un funcionario del estado a personarse por su propio pie en casa de la familia del ejecutado. Para su desgracia o fortuna, conocerá a la vecina de la familia, la mujer de sus sueños. En su obsesión por alcanzarla, se verá envuelto en un entramado burocrático-tecnológico que tambaleará su entorno y los dogmas que tiene asumidos  hasta el momento. Sam Lowry deberá elegir entre un nuevo mundo que amanece ante sus narices o la jaula de orden y disciplina en la que se ha criado.

¿Por qué deberías verla?

Principalmente, que Terry Gilliam se encuentre al frente del proyecto es seña inequívoca de calidad. El norteamericano transporta al espectador a un mundo ficticio pero que guarda verdaderos paralelismos con la realidad. Un sistema organizado para que todo esté controlado por máquinas, en el que no existe la libertad individual y en el que la diferencia entre las élites y las clases bajas es brutal. ¿Os suena de algo?

Los atisbos de libertad con los que Sam Lowry (Jonathan Pryce) sueña no son fruto de la casualidad. Reflejan a la perfección las ansias de huir que tiene alguien que vive encarcelado (en sentido literal y metafórico), unas ganas de conocer lo que se le ha negado que pueden más que un ente creado para dominar a los individuos, alienarlos y somoterlos a la voluntad de unos pocos. La reflexión tan profunda a la que nos empuja Gilliam resulta exquisita y alentadora, siendo uno de los puntos fuertes del film.

El personaje interpretado por Robert DeNiro, Tuttle, aparece en situaciones concretas y contadas, tanto que parece marcar los actos como si de una obra de teatro se tratase. Es algo significativo, pues el relato es de una complejidad enorme. Al lado de DeNiro encontramos titanes de la interpretación que no hacen sino enriquecer cada escena: Bob Hoskins, Ian Holm, Jonathan Pryce, la veteranísima Katherine Helmond o el tronchante Michael Palin. brazil2

Admirable también resulta el estilo y técnica de los planos, enfocados a generar una sensación de enormidad, extrañeza y opresión que son tintes perfectos para definir el mundo en el que se enmarca la acción.

Puntos débiles

Resulta difícil extraer algo negativo de Brazil, uno se deja seducir tanto por su encanto… Lo cierto es que seguir la trama puede parecer costoso. Es un film muy frenético por tramos y hay diferentes subtramas que alimentan la historia. Por un lado es favorable por la riqueza de elementos narrativos, pero es posible que a más de un espectador le aturulle el frenetismo. En un film tan loco es fácil perder la perspectiva.

Influencias

Gilliam es un artista polifacético que bebe de numerosas fuentes para cada trabajo que realiza.

De entrada, grandes nombres de la literatura están presentes: 1984 de Orwell o El Proceso de Kafka son novelas que influyeron mucho a la hora de desarrollar la idea del film.  El clásico del cine soviético El Acorazado Potemkin también ejerció de fuente de inspiración, gozando hasta de un homenaje en la propia cinta.

El director se nutre de las históricas distopías literarias que han formado parte del género de la ciencia ficción hasta la fecha. Plasmando su particular estilo, Gilliam sabe tomar y adaptar las bases del género, creando una obra inolvidable.

Curiosidades

Como buena película de culto, guarda muchas anécdotas e historias que engrandecen su leyenda.

Brazil es la segunda parte de una trilogia formada por Time Bandits (1981) y Las Aventuras del Baron Munchausen (1989), creada por Terry Gilliam y conocida como «la trilogia de la imaginación». El mismo creador de esta genialidad aparece en un pequeño cameo. ¿Sois capaces de encontrarlo?

El titán Robert DeNiro, haciendo alarde de su responsabilidad para con sus personajes, añadió por su propia cuenta el cinturón de herramientas que su personaje lleva en el film. Genio y figura.  Siguiendo con el apartado interpretativo, Kim Greist desontonó desde el punto de vista de Gilliam respecto con la interpretación del resto. Por este motivo se encargó de recortar su participación en posteriores ediciones.

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